Queridos
puentes peatonales:
Su labor ha sido muy bien burlada
gracias a la libertad del artista que deambula por las calles… Este señor
–artista impredecible- ha de verse muy confiado para desplegar su creatividad a
la hora de cruzar los ‘caminos de la tardanza’, ‘las vías del trafico’, ‘el
asfalto capitalino’.
Nuestro danzante, amante de la
imprudencia poética, y la falta de teorización de símbolos convencionales,
deslumbra en el escenario del asfalto con grandes saltos, volteretas
magistrales, mirada altiva, mirada incierta; marcando el camino entre la dureza
del oscuro pavimento. Eh ahí su talento, su magia, su completa necedad por
querer deslumbrar a cuanto novel quiera imitar su acto.
Por eso queridos puentes peatonales,
habrán ustedes de desaparecer pronto, su existencia se acorta día tras día
gracia de la soltura del artista de lima; el artista que conozco, el que he
visto y al cual muchas veces, he tratado de emular.
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